29 de agosto de 2010

¿Como responde un astrofísico profesional a la pregunta de si cree en los OVNIS?

Desde el blog Amazing.es nos enlazan el siguiente video, subtitulado para Cerebros no Lavados.

23 de agosto de 2010

Argumentos ad Ignorantiam

Cada vez mas podemos oír a la gente, tanto a conocidos como a desconocidos, esgrimir un argumento que justifica algo que no ha sido probado por métodos científicos (o que es imposible de estudiar o refutar por estos métodos):


-"Veo unas luces en el cielo, nadie ha demostrado que los extraterrestres no existen, luego los extraterrestres deben de existir".

o el mas común:

-"La ciencia no ha podido desmentir la existencia de dios, por lo tanto ese dios debe existir (y además debe ser antropomórfico y barbudo)".

Una definición de este tipo de argumentos lo podemos leer en la Wikipedia (para mi "sorpresa", el DRAE no lo contempla):

Un argumento ad ignorantiam o argumentum ad ignorantiam, es una falacia lógica consistente en afirmar la verdad de una proposición sólo porque no se ha probado su falsedad o bien afirmar su falsedad por no haberse podido probar como verdadera. Es decir, se declara la verdad o falsedad de una premisa basándose en la ignorancia existente sobre ella.


Una de las formas mas comunes de encontrar esta falacia es que un sujeto afirma el enunciado A y le pide a un segundo sujeto que intente demostrar que el enunciado A no es cierto. Si el segundo sujeto fracasa en su demostración, el primer sujeto dirá que su enunciado es cierto.
Si no puedes probar que lo que yo digo es falso, entonces lo que yo digo es verdadero.

En la investigación científica, se sabe que un evento puede producir ciertas evidencias de su ocurrencia, y que la ausencia de esa evidencia se puede usar válidamente para inferir que dicho evento no ocurrió. Sin embargo, no lo prueba con certeza. Por ello la ciencia se caracteriza en ser cambiante, evolutiva (la física de la edad media estaba basada en unos paradigmas que hoy en día están obsoletos, sin embargo servía para explicar fenómenos determinados y diseñar máquinas mas o menos complejas como catapultas, molinos, etc...); un paradigma científico esta ahí siempre dispuesto a ser rebatido, pero siempre con pruebas y no con trampas lógicas.

Ahora paremonos a pensar cuantas veces al cabo del día podemos escuchar este tipo de falcias para avalar razonamientos y vendernos lo que nos quieran vender: desde las pulseras milagro con hologramas, los cactus que absorben las radiaciones del ordenador, el delicado tema del cambio climático (tanto se emplea este tipo de falcias para negarlo como para probarlo), aspectos religiosos, creencias en lo paranormal y un larguísimo etcétera...

18 de agosto de 2010

El País, un diario apestado

Robert de Mombeltrán

En 1997 Jorge Riechmann publicó un celebrado poemario bajo el epígrafe: "El día que dejé de leer EL PAÍS" (Poesía Hiperión. Premio Jaén de Poesía 1997). El prólogo que el propio Jorge firma concluye con el párrafo que sigue: "...Por lo demás, se sabe que el yo lírico no coincide con el yo biográfico: son como primos lejanos a quienes no les gusta encontrarse, porque les incomoda su vago y sin embargo inocultable parecido. No ha dejado de leer EL PAÍS: cada día mi primo se entrega a ese vicio con la ferocidad de un rito de autodestrucción". Quien así reflexiona con arrepentimiento es por la penosa razón de haber caído en la trampa. La trampa de los Ortega Spottorno, los Cebrián, los Polanco; de aquellos que hicieron y aún hacen creer que la defensa del "progreso" (progresismo) a ultranza es lo contrario de la "reacción", cuando en realidad se refieren a un progreso predador del que el decano de la prensa "democrática" española iba a ser su soporte escrito. Por la ideología progresista-liberal (inofensiva) encastrada en su línea editorial este diario es, diríase, la versión impresa más a la izquierda que puede tolerar en España la oligarquía financiera, Sión y otras águilas predadoras.

El País es, por tanto, el referente de la prensa "objetiva" por su aparente asepsia y porque está trazado a imagen y semejanza del sistema que defiende: es el árbol que no nos permite ver el bosque, es decir, representa el posibilismo de una prensa en el límite máximo del marco diseñado por las reglas incuestionables del capital, de ahí que parezca, a veces, "independiente" (como él mismo se autodenominó) y "crítico". Siendo así, este periódico tan "global" como hipócrita debe ser acusado de representar al quintacolumnismo impreso, de ser responsable directo de la conformación y divulgación de una opinión (ideario) que creyéndose incuestionable y correcta ha deformado y manipulado los potenciales posicionamientos políticos de la generación de la llamada "Transición democrática" y, aún más, se ha instalado como valedor del "modo de vida estadounidense" arrastrando consciente o inconscientemente a buena parte de individuos (desaprensivos) potencialmente hostiles al sistema.

La diferencia que podría vislumbrarse entre El País y El Mundo, por poner el ejemplo de un rotativo manifiestamente "facineroso", es una suerte de abstención a la hora de caer en la tentación de usar lo tendencioso en la elaboración de las noticias que desgrana, una infeliz estratagema para arrogarse libertad y progresismo, cuando en realidad si no comete atropellos mayores (si no se somete presuntamente al amo) es por pura omisión o autocensura. Este ejercicio de omisión deliberada de datos claves para la comprensión e interpretación de la realidad obedece sin más a la mordaza que le imponen las élites y sus intereses mercantiles. Todo un modelo de órgano de propaganda del Imperio global ("global" como se hace llamar hoy en su cabecera).

El seguidismo lacayuno que practica sin remilgos se concreta actualmente en una ciega apuesta por Obama, el presidente que "iba a cambiar el mundo" (un criminal en potencia condecorado a priori por la academia sueca), como recambio iluso en una confederación de estados sin arreglo posible. Esta constante exaltación de los EE.UU. y la indirecta justificación de sus infamias ha conseguido que cientos de miles de "lectores fieles" sean incapaces ya de hacer una crítica y denuncia adecuada y justa hacia ese "simpático" país. El europeísmo y pro atlantísmo incondicional del que hace gala lo obliga a defender sumisamente cualquier atrocidad del brazo armado del capital (OTAN), condenando sin necesidad a todo aquél que oponga resistencia legítima a los desvergonzados genocidios "democráticos" que tal organización perpetra. Recuérdese el desprecio, por ejemplo, que aún mantiene sobre el honrado escritor Peter Handke por defender este abiertamente a Milosevic y al pueblo serbio. O el silencio patético que aplica contra uno de los más grandes dramaturgos vivos: Alfonso Sastre (sólo por que éste apuesta por comprender la realidad vasca desde una posición honrada...).

En otro orden de despropósitos, su decidido apoyo al borbonismo con la carpetovetónica excusa de los "ruidos de sables" (no quiere enterarse de que el 23-F fue sencillamente un auto golpe), ha disuadido a buena parte de la generación que hubiese sido valedora de la restauración del régimen legal español, la República, en su tercera proclamación. La sintonía con el centrismo político, (esa entelequia tan vacía y arribista), ha formado conciencias políticas equidistantes, dispuestas a diluírse en el conformismo y la autocomplacencia. Pierde este diario su presunta objetividad (u objetivismo), sospechosamente, cuando trata de Cuba (Castro), Venezuela (Chávez), Bolivia, Nicaragua, República Popular de Corea, Irán, Siria, etc.(queda claro así que no se le permite el mínimo flirteo con "el mal"). La inquina que, en especial, ejerce contra la Revolución cubana y la constante acusación de dictadura totalitaria, coloca a este periódico a la altura de los anélidos (gusanos) que, entre otros, con sus prebendas sustentan al emporio PRISA.

¿Podría explicarse el gran desmán (llamado El País) con el reciente nombramiento (2006) del "carnicero" tardofranquista Rodolfo Martín Villa como presidente de Sogecable (grupo Prisa)? ¿La amnesia de sus fieles lectores que se llaman de izquierdas es voluntaria, o son las hojas tóxicas de ese diario quienes procuran semejante tara mental?.

La progresía renegada socialdemócrata, a la sombra de sus socios neoliberales, pretendiendo confeccionar un órgano de expresión "moderno" y avanzado entrega cada jornada en los quioscos un hermoso catálogo alienante: publicidad a triple página, (¿prostitución?), un interminable legajo de páginas económicas, aderezado con los "sucesos", que siempre venden bien, y por fin la torticera "información" nacional e internacional (en su caso "España" e "Internacional".¿No emplean "Nacional" por parecer de izquierdas?) más las cortinas de humo y otros pasatiempos. Observemos: publicidad, economía, trabucación y entretenimiento. Cuatro columnas que sujetan la propaganda tamizada del capital; no en vano se hermanó con el rotativo New York Times hasta el punto que éste consiguió que su "familia" recientemente lo adoptara por una suculenta suma de dólares.

La tibieza y domesticación de sus colaboradores (con honorables excepciones, lamentablemente ya desaparecidas: E. Haro Tecglen, Michi Panero, J. Vidal-Beneyto...) y una opinión editorial que en una constante cabriola equidistante sólo satisface a aquéllos que nunca se comprometerían con nadie. Con otra excepción: los editoriales sobre "el conflicto vasco" son dignos de manual de comisaría, ¿o de juzgado de guardia?

Un periódico que destierra de su vocabulario o, aún peor, entrecomilla términos como: burguesía, sionísmo, imperio, oligarquía... será por la sencilla razón de que no puede, como es natural, denunciarse a sí mismo ni a quienes representa.

De esta guisa, nos encontramos con un amarillismo entregado a la fabricación de pequeñoburgueses que cegatos de tanto leer entre líneas se ven condenados a comprar cada mañana (por defecto ¿o por una pose ética o estética?) un símbolo engañoso, una estafa, ...una ponzoña. Ya se ha dicho que "en el país de los ciegos el tuerto es el rey" (y el tuerto, torcido está).

Secuestrada, por tanto, la viabilidad de una prensa de izquierdas de ámbito nacional o generalista en todo el imperio y sus provincias. El totalitarismo como el "terrorismo" son dos "defectos" que la burguesía sólo acierta a ver, con lupa, en el ojo ajeno.

Nota bene: cuando en la renovación de su formato, en 2007, incorporó la tilde en su título de cabecera, perdió la ocasión de "tildarse" de rojo. Lo hizo... de azul. ¿Por no perder clientela o como un gesto de sinceridad?

Robert de Mombeltrán es artista plástico (Robert García), diseñador gráfico y escritor.

Publicado bajo una licencia Creativa Commons. Visto en Rebelión.