18 de febrero de 2010

El hombre con el dedo de oro

Así de contento y sonríente se encontaba Jose María Aznar saludando, supongo que al estilo tejano, a un grupo de jóvenes que le abucheaban a su entrada a una conferencia en la Universidad de Oviedo.
Carteles de "criminal de guerra", "mentiras de destrucción masiva" y gritos de "asesino, "terrorista" y "fascista" no han minado la moral del ex presidente, que una vez dentro de la sala ha mostrado su conocida media sonrisa, como sólo un ser superior puede sonreír.

Y no se ha quedado en eso. Una vez dentro de la sala cada cierto tiempo algunos asistentes se levantaban para exibir pancartas que incomodaran al ilustre, pero solo parecían provocar en Aznar un regocijo al comprobar como la seguridad de la Universidad desalojaba a los alborotadores.

¿Cómo es posible que a los gestos y las monerías (que son muchas) de este señor, sean siempre justificados por tanta gente?. ¿Que falla en este país para que exista ese sectarismo y esa profunda complicidad con el que se pasea por la vida, tras un apoyo a una invasión ilegal a un país, dando lecciones morales a todo quisqui?

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